La tranquilidad de la urbanización se ha visto alterada en las últimas semanas debido a una preocupante ola de robos. En menos de un mes, se han reportado al menos cinco incidentes, que incluyen hurtos de vehículos, allanamientos de viviendas y el robo de objetos personales en plena vía pública.” Esto nunca había pasado aquí. Siempre nos sentíamos seguros, pero ahora salimos con miedo hasta para botar la basura», comentó María Fernanda López, una de las vecinas afectadas. Según su relato, hace dos semanas, mientras regresaba de hacer compras, fue interceptada por dos hombres en moto que le arrebataron su bolso. «No solo me quitaron mis cosas, sino que me dejaron con un trauma. Ahora no salgo sola ni de día», agregó. Otro caso reciente ocurrió en la calle Los Cedros, donde una vivienda fue violentada durante la madrugada. Los delincuentes lograron entrar tras forzar una ventana y se llevaron electrodomésticos, dinero en efectivo y joyas. «Lo más preocupante es que todo ocurrió mientras estábamos durmiendo. No escuchamos nada hasta que nos levantamos y vimos el desastre», relató Carlos Mendoza, propietario de la casa. Ante la falta de respuesta por parte de las autoridades, los vecinos decidieron tomar cartas en el asunto. En una reunión comunitaria realizada el pasado domingo, se acordó organizar patrullajes nocturnos con voluntarios de la urbanización. Además, se creó un grupo de WhatsApp para alertar sobre cualquier movimiento sospechoso. «No podemos quedarnos de brazos cruzados. Si las autoridades no nos protegen, tendremos que protegernos nosotros mismos», expresó Luis Ramírez, uno de los líderes de la iniciativa. Sin embargo, no todos los residentes están de acuerdo con estas medidas. Algunos consideran que los patrullajes podrían poner en riesgo a los vecinos que participen. «No somos policías. Si nos enfrentamos a delincuentes armados, podríamos salir lastimados», opinó Carmen Pérez, quien sugirió contratar un servicio de vigilancia privada como alternativa. Mientras tanto, los habitantes de El Trigal esperan que las autoridades locales refuercen la seguridad en la zona. «No queremos vivir con miedo. Esta es nuestra comunidad, y merecemos sentirnos seguros en nuestras propias casas», concluyó López.